fotografía de Jayson Edward Carter | www.jaysonedwardcarter.com Psicoterapia. Grindr, scruff y otras app de ligoteo gay: soy adicto al grindr?

 

Grindr y otras app de ligoteo: ¿oportunidad o adicción?

La primera vez que me hablaron de Grindr era el 2010. Recuerdo que estaba con un amigo en un bar perdido en una zona rural. De repente él me miró y me dijo: “Vas a flipar”. Abrió la aplicación: había un usuario allí, a unos metros. Nos pusimos a mirar alrededor para ver a quién correspondía esa imagen pixelada con una barba y media sonrisa.

En ese momento me sentí ingenuo: ¿De verdad era tan fácil conocer a un chico gay, incluso en un sitio tan aislado? ¿Y cómo podía ser que no me había enterado de eso? De repente me parecía todo muy frío, pero muy excitante también.

¿Qué le diría yo a ese chico? ¿Qué me diría él a mí?

 

“Creo que soy adicto al grindr”. Hablar de app en psicoterapia.

Siete años después estoy en mi despacho haciendo psicoterapia con un paciente. Ya hablo del tema de las app de ligoteo gay casi a diario. De hecho algunas personas lo llevan muy mal, llegando a la adicción. Mirar perfiles se ha convertido en una práctica a la cual dedican una cantidad enorme de tiempo. A veces lo hacen solo para fantasear, sin llegar ni siquiera a quedar con alguien. Otras veces esperan encontrar allí el amor de su vida: y ya que tiene que ser para siempre, más vale que sea lo mejor. Otras veces incluso llegan a hacerse perfiles falsos para ver si pillan a su pareja tonteando. Finalmente, algunos están muy cansados y frustrados porque no se sienten considerados por los otros usuarios y se perciben como diferentes.

“Hace años” me dice mi paciente “sentía mucha vergüenza cuando iba de cruising a algún sitio. Sin embargo, ahora casi lo veo como algo romántico. Estar en un parque, ver a alguien que te gusta y dejarte llevar… no estaba tan mal.”

Mirándome los ojos añade: “Este fin de semana me he quedado enganchado a SCRUFF, he perdido un montón de tiempo y no he quedado con nadie. Me lo voy a desinstalar”.

 

Cuando una app para ligar se convierte en fenómeno social.

Scruff, lanzada en el 2010, ha llegado en seis años a los 10 millones de usuarios.

Grindr, lanzada en el 2009, está disponible en 192 países.

Algunas anécdotas curiosas: en el 2012 la aplicación colapsó en Londres durante los juegos olímpicos por la excesiva concentración de usuarios.

En el 2016 -ya que estamos con el tema de las olimpiadas- el periodista Nico Hines pensó que era divertido hacerse un perfil falso para sacar del armario algunos atletas famosos: por suerte esto le hizo perder definitivamente su credibilidad profesional.

Finalmente, en el 2016 Grindr se convirtió incluso en una plataforma de moda cuando el estilista J. W. Anderson decidió reproducir vía streaming su desfile masculino.

Lo que era morboso se ha convertido en accesible y todo el mundo habla de ello. De repente parece que buscar un encuentro esporádico de sexo no es muy distinto a eligir un menú de sushi para que te lo lleven a casa.

Sin embargo antes o después aparece en la cabeza de cada uno de los millones de usuarios las mismas preguntas.

¿Cómo es posible que el tiempo pase tan rápido mirando fotos y tonteando?

¿Por qué es tan fácil quedarse enganchado?

 

Adicción: el mecanismo del refuerzo a razón variable. y la psicoterapia

Ser adicto a grindr o a cualquier otra app de ligoteo no es tan diferente de ser adicto al juego. De hecho, el mecanismo adictivo es exactamente lo mismo.

El concepto clave de cualquier adicción es el refuerzo a razón variable.

Dicho de manera simple, sé que antes o después voy a conocer alguien increíble. Pero yo no sé cuando pueda ocurrir, y la incertidumbre de no saber cuándo va a llegar ese momento me mantiene constantemente activo y vigilante.

Este tipo de refuerzo en las app de ligoteo gay se puede dar de diferentes maneras. Me quedo esperando un woof, una huella, un unblock, un match o una simple respuesta a mi mensaje.

Para que la atención no baje, la interfaz de la aplicación suele ser muy atractiva y colorida. Los usuarios además suelen colgar sus mejores fotos en el perfil. Esto aumenta la idea de que hay muchísimos chicos guapos a un clic de distancia.

Mientras más juegas, más piensas que hay algo interesante a la vuelta de la esquina. El nivel de activación fisiológica (arousal) se hace cada vez más fuerte y más vivo.

En el 2015 el National Institutes of Health ofreció a la Columbia University alrededor de 450.000 dolares para estudiar este mecanismo y investigar cómo lleva a ser adicto a Grindr y a otras app de ligoteo.

 

App de ligoteo gay y mecanismos obsesivos. La ilusión del control.

A la hora de explicar la adicción, mi experiencia trabajando con la psicoterapia me lleva a destacar otro factor muy importante. La obsesión.

¿No tenéis vosotros la impresión de que somos cada vez más exigentes? ¿De que sufrimos ese síndrome de sentirse un siete y de buscar un diez?

Las app de ligoteo gay nos dan todas las categorías para poder encontrar nuestro hombre perfecto descartando a todos los demás. Nos dicen si uno es activo o pasivo, cuánto mide, cuánto le mide, si es fiestero, casero, inquieto, frívolo o existencialista.

Si es alto o bajo. Gordo o delgado.

Si le gustan los perritos o si le gustaría serlo.

Lo que nos venden es que el producto que queremos está allí, y es tan fácil encontrarlo como hacer clic.

El problema es que estos filtros se pueden convertir en obsesiones. De hecho, algunas personas acaban construyéndose una imagen de lo que buscan a través de esos filtros, y descartan cualquier otra alternativa.

Sin embargo, luego acaban dando vueltas en el mundo real buscando a ese hombre que cumpla todas esas condiciones, y no lo encuentran.

 

Conocerse en la era del 2.0

Tal vez lo más triste de todo este proceso es que estamos perdiendo la capacidad de dejarnos sorprender, y cierta espontaneidad.

Salir a la calle, ver a alguien que te gusta o que te llama la atención, mirarle y empezar una conversación, incluso de la manera más estúpida. Dejar un papelito con tu número de teléfono al chico de esa tienda de zapatos. O incluso permitir a un colega que te presente a un amigo suyo.

No quiero que me malinterpretéis. No estoy en contra de las aplicaciones. Para algunos han representado una revolución a la hora de poder conocer a gente nueva. Yo mismo en algún caso he encontrado a personas increíbles.

Simplemente, me parece muy, muy triste salir un viernes por la noche y ver que la gente de un bar se está buscando en Grindr y está a un metro de distancia.

Esto nos hace cada vez más inseguros, incluso si vamos de exigentes.

Esto nos hace cada vez más torpes.

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